Antiagil

El problema con la palabra agilidad

Ya desde la Edad Media el concepto de agilidad ha generado problemas, consideremos lo que dice Santo Tomás de Aquino en su “Oración para ordenar la vida propia”1.

“Señor, Dios mío, ayúdame a ser obediente sin replicar, pobre sin quejarme, casto sin corromperme, paciente sin murmuración, humilde sin fingimiento, alegre sin ser desenfrenado, maduro sin ser pesado, ágil sin ser descuidado, temeroso sin desesperarme, veraz sin doblez; que cuando haga el bien no me lo atribuya como mérito propio; que cuando corrija al prójimo no lo haga con superioridad, sino que lo edifique con la palabra y el ejemplo sin simulación.”

Tengo que decir que no estoy de acuerdo con mucho de lo que dice este párrafo, pero ignoremos eso por ahora. Ignoremos también eso de ser obediente sin replicar, pobre sin quejarse y casto sin comprometerse, porque hemos visto que no funciona mucho. Pero al final hay una frase notable, que vale la pena: “que cuando corrija al prójimo no lo haga con superioridad, sino que lo edifique con la palabra y el ejemplo sin simulación”.

Tomás de Aquino, otro más que no entendía la agilidad
Tomás de Aquino, otro más que no entendía la agilidad

Pero avancemos. Lo que quiero destacar es que Tomás de Aquino habla de ser ágil sin ser descuidado (agilem sine levitate, en el original en latín). Esta frase parece ser la clave para entender por qué a veces tantas organizaciones son reticentes a adoptar la agilidad.

La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define agilidad como:

Agilidad:

[Del lat. agilĭtas, -ātis.]

1. f. Cualidad de ágil.

2. f. Rel. En la doctrina tradicional católica, una de las cuatro dotes de los cuerpos gloriosos, que consiste en la facultad de trasladarse de un lugar a otroinstantáneamente, por grande que sea la distancia.

La segunda definición huele mucho a teletransportación, así que no nos sirve, y la primera nos remite a ágil, que sería:

Ágil:

Del lat. agĭlis

1. adj. Que se mueve con soltura y rapidez. Estuvo muy ágil y esquivó el golpe.

2. adj. Dicho de un movimiento: Hábil y rápido. Camina con paso ágil.

3. adj. Que actúa o se desarrolla con rapidez o prontitud. Tiene una prosa ágil.


Pareciera que, en nuestra lengua al menos, ágil implica rapidez. Es más entre los antónimos de ágil, se enumeran los siguientes: lento, lerdo, pesado, tardío, torpe2

Veamos que dice la etimología. 

Agilis, que es la palabra latina de la cual se deriva ágil, significa “ligero”, “pronto en el actuar”, activo. La raíz de esta palabra proviene del verbo latino agere, que es*mover, hacer actuar, llevar adelante** o simplemente actuar. Del latín agere tenemos muchos derivados, como activo, acción, agente, agitar, litigar, exigir y por supuesto ágil.

Pero a su vez, la palabra agilis, viene de la combinación del sufijo -ilis, que es capacidad o posibilidad, y del prefijo, o la raíz indoeuropea ag-, que es conducir3.

Así que en cierto sentido agilis sería “habilidad de conducir”.

El prefijo ag- originó en el griego la palabra agein, que es conducir, y que vemos en palabras que nos llegaron de esa lengua antigua, como pedagogía, o estrategia. Otra palabra derivada de ag-, es agón, que significa lucha, y de ahí vienen palabras como agonía, o protagonista4.

Con agilidad ocurre lo que pasa con muchas palabras, que las usamos en un sentido, pero que en su origen querían decir otra cosa. Pasa también que todos creemos dominar un término, y cuando un especialista lo usa en su campo específico, asumimos que tiene el mismo significado ordinario, cuando en realidad puede que no sea el caso.

La agilidad, cuando hablamos desde la perspectiva del desarrollo de software, tiene un significado más cercano al origen latino, que al sentido que se le da en nuestra lengua cotidiana.

Cuando hablamos agilidad, en desarrollo de software, no estamos prometiendo hacer las cosas más rápido, porque hacer las cosas sólo con rapidez puede estropearlo todo.

Vísteme despacio que tengo prisa

Según Benito Perez Galdós, el rey Fernando VII se encontraba acompañado de su ayudante de cámara momentos antes de asistir a una importante reunión. El ayudante se encontraba muy nervioso por querer vestir a monarca a toda prisa y no atinaba a realizar su labor de forma correcta, entonces el rey le espetó: “vísteme despacio que tengo prisa”, y desde entonces esta frase quedó en el refranero español. Hay gente que atribuye la frase a Napoleón. Pero según el historiador Suetonio el mismísimo emperador Augusto le decía a sus ayudantes: “apresúrate lentamente”5.

“No por mucho madrugar amanece más temprano”, dice otro refrán popular. Apurar las cosas no necesariamente asegura éxito.

Consideren la vieja fábula de la liebre y la tortuga. La liebre se encontraba tan segura de su triunfo, pues confiaba en su rapidez, que se descuidó y se quedó dormida a la sombra de un árbol, mientras que “la tortuga, muy tranquila y descansada, despacito, despacito, pero caminando sin parar, había llegado a la meta hacía varias horas, mientras la liebre estaba durmiendo”6.

Yo soy el verdadero gurú de la agilidad
Yo soy el verdadero gurú de la agilidad

La agilidad, como proceso, es como la tortuga, lo que promete es avanzar pasito a pasito para llegar a la meta. Lo interesante es que durante el proceso vamos determinando si es necesario hacer cambios en la ruta.

Entonces la agilidad es avanzar, de forma incremental, de modo que si debemos retroceder el retroceso sea mínimo y no tan costoso.

AntiAgil

Nassim Taleb inventa el término Antifragilidad porque no encuentra uno que refleje lo opuesto a lo frágil.

¿Qué es lo opuesto de lo frágil?
¿Lo robusto? ¿Lo resiliente?
Pues no, porque lo robusto resiste los embates y sigue ahí, aguanta un choque y se mantiene igual. Una persona resiliente se adapta a situaciones difíciles, pero no necesariamente las supera, o las enfrenta para cambiarlas o eliminarlas7.

Entonces, ¿qué es lo opuesto a lo ágil?[¿Lo lento? ¿Lo rígido?

Pues no, porque así como la tortuga logra su cometido, a pesar de ser lenta y algo rígida, yo digo que esos términos no son lo contrario de la agilidad. Se puede ser ágil siendo lento, pues la agilidad es la habilidad de conducir.

En cuanto a procesos, algunos dicen que los procesos en cascada (Waterfall), son lo contrario de las metodologías ágiles. O usar cartas Gantt es propio de quienes no son ágiles.

Yo creo que esas técnicas no son antiagiles. Si con esos instrumentos logras avanzar, quemando etapas y puedes adaptarte a los cambios y ajustas tu dirección, entonces estás siendo ágil.

Lo antiagil es no avanzar, lo antiagil es dejar pasar el tiempo sin corregir el rumbo. Lo antiagil es anteponer la metodología al logro de un resultado concreto.

Imaginen a dos equipos ágiles compitiendo. Uno de ellos pasa gran parte de su tiempo tratando de “entender el problema”, porque un gurú ágil dijo alguna vez que hay que “enamorarse del problema, más que las solución”, y no elaboraron nada más allá de un wirframe. En el mismo tiempo, otro equipo escribe código y elabora una primera versión de una aplicación, rústica, llena de bugs, pero sobre la cual se podía empezar a trabajar. ¿Qué grupo elegirían ustedes?

En su post titulado “A la agilidad le falta rock”8, David Lay dice:

“Ya he visto mucha gente entusiasmarse por la agilidad como una forma mágica de hacer las cosas en que nada puede salir mal bajo la protección del paladín scrum master y todos siguen la sabia guía del místico product owner, solo para ser enfrentados con la realidad de que sigue trabajando con personas tal como antes y los desafíos son los mismos que antes y que todos siguen teniendo defectos y cagando hediondo.”

La antigilidad se disfraza, es como “una oveja con piel de oveja”, como diría Winston Churchill. La agilidad no se trata de iluminación, ni buena onda, ni alegría infinita en el trabajo, no se trata de ver a nuestros usuarios danzando felices bailando unicornios de colores.

Citemos a Lay de nuevo:

“Basta de vender la agilidad como la cura de todos los males porque en realidad lo único que hace (cuando se hace bien) es exponer los defectos y dejar heridas abiertas. De ahí es tarea del equipo (es una tarea bien compleja y sucia) el arreglar esos defectos y parchar las heridas.
La agilidad no es para cobardes ni para personas faltas de criterio, al contrario, te hace madurar rápidamente o te expone como el farsante que siempre fuiste… a muy poca gente le agrada ser expuesta…
Es cierto, si se superan todas estas tribulaciones, terminas en un lugar ideal y muy productivo, pero no es fruto de la magia, es fruto del trabajo y esfuerzo de todos, junto con el dolor de los sacrificios que se hacen en el camino.”

La agilidad es trabajo duro, enfocado, paso a paso, como la tortuga, quemando etapas, entregando cosas concretas útiles y usables en el camino, entregando valor en cada iteración. 

Cualquier cosa que no te ayude a conducir a tu equipo a buen término, que no permita entregar valor a tus clientes, eso es Antiagil y debes evitarlo.

Notas y Fuentes:


  1. Tomado de acá: https://www.oblatos.com/oracion-de-santo-tomas-de-aquino-para-ordenar-la-propia-vida/ ↩︎

  2. http://www.antonimos.net/agil ↩︎

  3. http://etimologias.dechile.net/?a.gil ↩︎

  4. http://etimologias.dechile.net/PIE/?ag ↩︎

  5. https://siempreconectado.es/origen-visteme-despacio-que-tengo-prisa%C2%B4/ ↩︎

  6. La liebre y la tortuga, fábula de Esopo http://www.profesorenlinea.cl/Biblioteca/Esopo/Fabulas/laliebreylatortuga.html ↩︎

  7. Antifragilidad ↩︎

  8. A la agilidad le falta rock ↩︎

Autor

Ingeniero, autor, emprendedor y apasionado programador. Mantengo este blog desde 2005.

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