Antifragilidad

Hace unos años escuché a una persona, que ocupaba un alto cargo en tecnología, declarar que su máxima aspiración era tener la oportunidad de dormir tranquila, con la seguridad de que todos los procesos y sistemas se ejecutaran sin problemas.

Yo no estoy de acuerdo con eso, creo que es una ambición fútil. Es lo mismo que ocurre con las personas que sólo quieren ser felices. Esas aspiraciones me parecen infantiles, e impiden crecer, desarrollarse. Pero en el mundo de los negocios y de la tecnología que soporta al negocio, esa visión puede llegar a ser incluso contraproducente.

“Si no quieres que nada le pase, entonces nada pasará con él”, le decía sabiamante Dori a Marlin. Vivir protegidos, esperando que nada nos pase me parece la peor manera de enfrentar la vida. 

Consideren un objeto frágil, un jarrón de porcelana muy fina, por ejemplo. ¿Qué es lo que nos interesa con respecto a este objeto? Lo que queremos es cuidarlo, queremos que nada le pase, deseamos para este orden tranquilidad, y sobretodo previsibilidad. Un terremoto, o un niño hiperactivo son los peores enemigos de un objeto frágil.

Todo lo que aborrece la volatilidad aborrece a los agentes estresantes, o estresores. El daño, el caos, los eventos inesperados, el desorden, las consecuencias imprevistas, la incertidumbre y, por encima de todo, el tiempo. Como esos ejecutivos que quieren dormir tranquilos.

¿Pero que es lo opuesto de lo frágil?

¿Lo robusto? ¿Lo resiliente?

Pues no, porque lo robusto resiste los embates y sigue ahí, aguanta un choque y se mantiene igual. Una persona resiliente se adapta a situaciones difíciles, pero no necesariamente las supera, o las enfrenta para cambiarlas o eliminarlas [1].

Lo contrario de frágil sería algo que no sólo resiste, sino que además mejora en el proceso. No hay un término adecuado para este concepto, y es por esto que Nassim Nicolas Taleb lo denomina antifrágil[2].

La antifragilidad es una propiedad que encontramos en todo lo que cambia con el tiempo. Está en las revoluciones, la innovación tecnológica, la supervivencia de una empresa, las bacterias resistentes a antibióticos y explica nuestro éxito como especie.

Lo que no te mata te hace más fuerte, decía Nietzsche, y con esa frase estaba haciendo evidente una de las características claves de los sistemas antifrágiles.

La antifragilidad es una propiedad relativa según el concepto. El ejemplo usual es el del boxeador, que puede ser sano y robusto en su condición física y puede mejorar con cada nuevo combate, pero puede ser emocionalmente frágil y llorar al romper con su novia.

Las cosas, como nuestro valioso jarrón de porcelana, no pueden ser antifrágiles, porque ante la presencia de estresores (como un terremoto, o el paso del tiempo), colapsan y se rompen, pero no pueden repararse por si mismos.

Por otro lado, los seres vivos y los sistemas complejos se comportan de modo muy diferente. Esto son agregados de  componentes que interactúan entre sí, e intercambian información por medio de estresores. Es por esto que pueden llegar a ser antifrágiles.

Nuestros músculos y huesos se refuerzan con la presencia de estresores, como la gravedad y el ejercicio. Del mismo modo que nuestros músculos se atrofian si pasamos mucho tiempo en cama, los sistemas antifrágiles se deterioran ante la falta de estresores.

Otro ejemplo usual es el del lenguaje. Nadie aprende su lengua materna dando exámenes de gramática. Al contrario, aprendemos imitando a nuestro mayores y cometiendo errores. Todos nos reímos, pero de buena forma, de los errores de los pequeños, pero eso los ayuda a mejorar. Además, es cuando estamos en situaciones complicadas en que necesitamos comunicarnos que aprendemos mejor un lenguaje.

El problema es que hemos estructurado el mundo moderno de un modo tal que estamos perjudicando la capacidad de antifragilidad de muchos de nuestros sistemas. De acuerdo a Taleb “esta es la tragedia de la modernidad: al igual que esos padres tan sobreprotectores que rozan la neurosis, quienes más nos intentan ayudar son quienes más nos acaban perjudicando”.

¿Por qué ocurre esto? Según Taleb se debe a lo que él llama “opacidad causal”.  Lo que ocurre es que el intercambio de información entre los componentes de un sistema complejo es mucho más intrincado de lo que sospechhamos. Es muy dificil observar la flecha que relaciona causa y consecuencia. Esta opacidad hace que la lógica habitual y una gran parte de los métodos convencionales de análisis sean inaplicables. En un sistema complejo no podemos limitarnos a aislar una sola relación causal. 

Otro problemas es que la lógica, por definición, excluye los matices. Pero  la verdad reside en los matices, por tanto, la lógica es un instrumento inservible para hallar la verdad, sobretodo en lo que llamamos las ciencias sociales.

Otra causa es que esta idea, de que los sistemas pueden necesitar algo de estrés y agitación, ha sido ignorada por quienes la captan en un ámbito pero no en otro. Algunas personas pueden entender una idea en un ámbito como la medicina y no reconocerla en otro como la economía.

Para Taleb un ejemplo está en las crisis económicas. Dado que las políticas reguladoras de los mercados buscan fijar precios o eliminar a los especuladores, y por tanto la volatilidad moderada que estos provocan, se produce una ilusión de estabilidad, con periodos de calma que se ven interrumpidos con súbitos saltos. Dado que los participantes no están acostumbrados a la volatilidad, estos episodios provocan pánico. “Cuando una moneda no varía nunca, el más leve de los cambios hace que la gente crea que se acerca el fin del mundo”. Para Taleb inyectar un poco de confusión, de modo permanente en el sistema, termina por estabilizar al sistema, aunque parezca paradójico.

La innovación y la sofisticación surgen de una situación inicial de necesidad, a la que se responde con algo que va mucho más allá de satisfacer esa necesidad. Tenemos muchos dichos, como “La necesidad es la madre de la inventiva”, o “el hambre agudiza el ingenio”. Para Taleb “lo que innova es el exceso de energía que se libera al sobrerreaccionar a un contratiempo”.*

“Esta idea contradice los métodos actuales para innovar que nos hacen pensar que la innovación es producto de la financiación burocrática, de la planificación, de colocar a la gente en una clase de la Harvard Business School impartida por un Muy Condecorado Profesor de Innovación (que nunca ha innovado en nada) o de contratar a algún consultor (que tampoco ha innovado en nada). Pero es una falacia: bastaría con pensar en los muchos empresarios sin formación que han contribuido de una manera desproporcionada a diversos avances tecnológicos desde la Revolución Industrial hasta la aparición de Silicon Valley.”

Quizás esa es la razón por la que sentimos que tantas iniciativas gubernamentales de promoción de la innovación fracasan. Queremos crear un ambiente cómodo para fomentar la innovación, siendo que esta sólo surgirá de la incomodidad. 

La Antifragilidad es aquello que despierta y reacciona en exceso para compensar el daño y los estresores. Pero debemos tener cuidado, de no confundir ruido con señal. Imaginemos un lider neurótico, que sobrerreacciona ante un pequeño percance en su negocio. Compárenlo con otro lider imperturbable, que tiene esa capacidad de mantener la calma bajo situaciones adeversas. En ocasiones reaccionan, si lo ven necesario, y a diferencia del neurótico rara vez se enfada, pero cuando lo hace todo el mundo lo nota y se lo toman muy en serio. Las personas ecuánimes reaccionan a información real, los neurótico reaccionan principalmente al ruido. El ruido es el que debemos pasar por alto, la señal es lo más importante.

Esto es lo que ocurre en las empresas y en el gobierno. Se llenan de personas, incluso de departamentos, especializados en sobrerreaccionar al ruido, ignorando la señal. 

“Y es que, en general, hay mucho ruido procedente de los medios de comunicación y su glorificación de lo anecdótico. Gracias a esto vivimos cada vez más en una realidad virtual separada del mundo real y cada vez nos damos menos cuenta. Y al ofrecernos explicaciones y teorías, los medios de comunicación nos inculcan la ilusión de que entendemos el mundo. Así, cuando los sistemas reprimidos y con hambre de desorden natural se vienen abajo —algo que les debe suceder tarde o temprano por ser frágiles— su caída nunca se atribuye a la fragilidad y se interpreta como el resultado de una mala previsión (que, según dicen, habría que “perfeccionar”). Sería muy poco inteligente atribuir el derrumbe de un puente frágil al último camión que lo ha cruzado, y aún lo sería más intentar predecir qué camión hará que se derrumbe. Pero eso es lo que sucede en demasiadas ocasiones. Lo que se debe estudiar es el sistema y su fragilidad, no los sucesos. No nos dejemos engañar: el índice de acierto en la previsión de sucesos raros importantes en ámbitos como la política o la economía no es que esté cerca de cero, es que es cero.”

Todos los seres vivos tienen vida finita. Pero estos seres tratan de dejar descendencia con un código genético que difiere en algún aspecto de sus progenitores. Para la naturaleza  los individuos no son muy útiles cuando han agotado su capacidad de reproducción, deja que el juego continúe en el nivel informativo, a través del código genético. De este modo, los organismos deben morir para que la naturaleza, esa naturaleza cruel, oportunista y egoísta, sea antifrágil.\

En el contexto adecuado los estresores son información.  Para un sistema antifragil el[ perjuicio causado por los errores debería ser menor que el beneficio. Sin el Titanic, se habrían construido cada vez trasatlánticos cada vez más grandes y la tragedia de un nafragio, que inevitablemente iba a suceder, quizás habría sido peor en cantidad de muertos. Esto muestra la diferencia entre los beneficios para el sistema por sobre los perjucios sobre algunas de sus componentes o individuos. ]{style=“letter-spacing: 0.01rem;"}

“Para que la economía sea antifrágil y experimente lo que llamamos evolución, cada empresa por separado tiene que ser necesariamente frágil, estar expuesta a quebrar; y es que, para mejorar, la evolución necesita que los organismos (o sus genes) mueran para ser sustituidos por otros más aptos o que los menos aptos no se reproduzcan.”  [...] “Es desagradable pensar que la crueldad sea un motor de la mejora. Pero hay maneras de mitigar el perjuicio para los más débiles. La solución es crear un sistema en el que la caída de uno no pueda arrastrar a otros porque los fracasos continuos actúan para mantener el sistema. Paradójicamente, muchas políticas sociales e intervenciones de los gobiernos acaban perjudicando a los débiles y consolidando a los ya establecidos.”

“Para progresar, la sociedad moderna debería tratar a los empresarios arruinados de la misma forma que la humanidad ha venido honrando a los soldados muertos. Y es que del mismo modo que no hay soldados fracasados con independencia de que estén muertos o vivos (salvo que hayan dado muestras de cobardía), tampoco hay empresarios o investigadores científicos fracasados.”

Lo interesante del análisis de Taleb es que nos dice que “la fragilidad se puede medir, pero no el riesgo”

Entonces, si pensamos en la seguridad y es esto lo que buscamos, debemos entender que hay algo más importante, que es nuestra sobreviviencia. Nuestra misión en la vida es ser antifrágiles. Pero para avanzar en esto debemos entender la diferencia entre estabilidad verdadera y estabilidad artificial:

Consideremos la suerte que han corrido los hermanos John y George. John lleva veinticinco años de administrativo en el departamento de personal de un gran banco. George es taxista.

John tiene un sueldo totalmente previsible (o eso cree), además de seguro médico y cuatro semanas de vacaciones al año. Suele despertarse diciéndose a sí mismo que “la vida va bien”. Pero eso era antes de que estallara la crisis bancaria y se diera cuenta de que su trabajo pasaría a ser “redundante”. Estar en el paro le afectaría muchísimo ya que tiene más de cincuenta años.

George tiene días buenos en los que puede ganar un buen dinero; otros son peores y apenas cubre gastos; pero viene a ganar más o menos lo mismo que su hermano. Dada la variabilidad de sus ingresos, siempre se queja de no gozar de la seguridad laboral de su hermano; pero, en el fondo, este anhelo es una ilusión porque acabará mejor parado que él.

Y es que esta es la ilusión fundamental de la vida: la ilusión que nos dice que la aleatoriedad es peligrosa, que es mala, y que hay que eliminarla. Los trabajadores por cuenta propia tienen unos ingresos con cierta volatilidad pero son bastante robustos frente a un Cisne Negro[2] de poca importancia que pueda dejarlos sin ingresos. Sus riesgos son muy claros. Pero no pasa lo mismo con los asalariados: no tienen volatilidad y se ven sorprendidos cuando sus ingresos se quedan en nada tras ser despedidos. Sus riesgos están ocultos.

Entonces no debemos concentrarnos en predecir escenarios tuturos de catástrofe, lo que debemos identificar nuestras fragilidades, y quizás exponernos a estresores que nos pongan a prueba, para saber cómo reaccionar ante eventos externos que exploten nuestras vulnerabilidades.

Hay un proverbio yiddish que dice “Prepárate para lo peor, porque lo mejor se encarga de sí mismo”.  Parece una perogrullada, pero es muy importante para entender esto de la antifragilidad.

¿Y que tiene que ver todo esto con la naturaleza del software? Mucho, pero de eso vamos a hablar en el próximo artículo.

NOTAS

[1]: Recordemos que el término resiliencia en sicología es la capacidad de adaptarse de manera positiva a situaciones adversas https://es.wikipedia.org/wiki/Resiliencia_(psicolog%C3%ADa)

[2]: Antifragile, Things that gains fromdisorder, Nassim Nicholas Talen.

[3]: El concepto de Cisne Negro se refiere a un evento catastrófico imposible de predecir, de eso hemos hablado antes: http://www.lnds.net/blog/2012/01/lbum-conceptual.html

Autor

Ingeniero, autor, emprendedor y apasionado programador. Mantengo este blog desde 2005.

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