El Espíritu de la Radio

recuerdos de mi padre

Este es un texto que escribí hace unos años atrás, me pareció buena idea re visitarlo para celebrar el día del padre.

El Espíritu de la Radio

Begin the day with a friendly voice
A companion unobtrusive

Cuando adolescente tuve una pequeña estación de radio fm. El alcance de esta no era de más de doscientos metros. Era uno de mis pasatiempos favoritos. Recuerdo que mi primo, que fue a vivir un tiempo con nosotros mientras realizaba su práctica laboral en Chuquicamata, se estacionaba en el  Subarú de mi viejo en la esquina y escuchaba en la radio mis mezclas con algunos amigos. Sé que otros de mis propios amigos hacían lo mismo. ¿Cuándo fue esto? Probablemente en 1982 ó1983,  yo tendría unos 16 años.

Plays that song that’s so elusive
And the magic music makes your morning mood

Mi padre también cuando fue adolescente instaló su primera emisora de  radio, de hecho mi estación funcionaba con un transmisor que él me construyó. Fue su amor por la radio lo que le hizo estudiar electrónica y convertirse en ingeniero de telecomunicaciones. 

Una vez me contó que en el patio de la casa de uno de sus amigos tendieron un cable para usarlo a modo de antena, las transmisiones duraban hasta que la mamá de su amigo decidía tender la ropa recién lavada...

Off on your way, hit the open road
There is magic at your fingers

También recuerdo un largo viaje desde Santiago hasta nuestra casa en Chuquicamata. Todos dormían en la parte de atrás del auto, solo seguíamos despiertos mi viejo y yo. 

Animado por él movía  el dial, buscando una señal am o quizás en onda corta. Sólo nos acompañaba el ruido blanco del receptor,  nuestro silencio, el ronroneo del motor y la luz de las estrellas, millones de luciérnagas pegadas a los cielos del desierto nortino. No hablábamos mucho con mi padre, lo nuestro era escuchar radio juntos.

For the Spirit ever linger
Undemanding contact in your happysolitude

Un domingo, yo tendría unos nueve o diez años, mi papá hacía turno en Radio El Loa, en Chuquicamata. Estábamos solos. “Vamos a buscar discos”, me dijo. Nos metimos en una sala inmensa, para mi, llena de discos. Buscamos canciones, mi viejo quería temas folclóricos, pero no buscaba las típicas sonatas conocidas. Fuimos juntando los discos, al lado de la consola y de los tornamesas. Empezó a anotar el orden de los temas,  estaba inventando un programa de radio. Recuerdo que tenía un libro, seguramente  de Oreste Plath, o de la historia de Chuquicamata. 

Empezó el programa, entre canción y canción, leía algo del libro. Mi viejo tenía una buena voz, “educada” como dicen en la radio. Juan Carlos Gil, un antofagastino, que después se convirtió en famoso locutor de radio en Santiago, le enseñó a usarla. Cuidaba su dicción, buscaba las palabras adecuadas, como los locutores antiguos, como Don Petronio Romo, a quién admiraba  y con quién trabajó, grabando “cuñas” o avisos para la radio oficial de Codelco Chuquicamata.

Invisible airwaves crackle with life
Bright antennae bristle with the energy

No sé cuantos años estuvo su programa dominical al aire, pero si sé que tuvo un moderado éxito. A la gente le gusta que le cuenten historias, y eso hacía mi viejo, el las contaba al aire. Se volvió especialista en la historia del norte y de su Chuquicamata natal. Escribía los guiones para su programa en una vieja máquina de escribir. Apenas tipeaba con dos dedos. ¿Qué cosas habría hecho hoy en día? ¿Tendría un podcast? Eso es casi seguro.

Emotional feedback on timeless wavelength
Bearing a gift beyond price, almost free

Mezclar canciones fue el primer paso, buscarlas en mis cassettes. Estaba pirateando, porque grababa los viernes en la noche desde las radios fm que programaban música bailable que yo reproducía al otro día. Lo complicado era que las emisoras colocaban una marca, la voz del locutor diciendo el nombre de la radio, o algunas, cada un minuto un beep. El truco para saltar esas marcas  era la consola, que me permitía mezclar dos o tres canales.

También pude conseguir discos originales. Una vez gané un concurso, y recibí como premio un disco a mi elección, fuimos con mis compañeros, que también habían ganado, a la tienda de música, uno eligió un disco de Electric Light Ochestra, probablemente Discovery,  yo me llevé  el vinilo de  Kilroy Was Here, de Styx, los “lentos” de ese álbum eran muy solicitados por mis amigos, especialmente para colocarlos durante las fiestas. Con el tiempo con algunos de esos amigos empezamos a tocar en nuestra propia banda y yo tocaba la batería.

All this machinery making modern music
Can still be open hearted
Not so coldly charted

The Spirit of Radio es el primer tema del álbum Permanent Waves, de Rush, que salió a l mercado el 1 de enero de 1980, así que esta canción es la primera de los '80, la década en que viví mi adolescencia, cuando empecé a vivir mi juventud.

No recuerdo cuando empecé a escuchar a Rush, quizás en la universidad, de seguro recién a fines de esa década. Como baterista, Neil Peart no era un referente para mi todavía, cuando empezamos a tocar.

It’s really just a question of your honesty, yeah
Your honesty

Nos juntábamos a tocar fines de semana enteros. Partíamos temprano en la mañana, como las ocho y terminábamos exhaustos, pasada las once de la noche. Sólo nos asomábamos a comer lo que mi madre nos preparaba. 

Mi viejo nos construyó un amplificador para las guitarras. Lo llamamos El Potente, que curiosamente sintonizaba la radio al poner la guitarra en cierta posición. El espíritu de la radio se colaba por todas partes.

One likes to believe in the freedom of music

Hace años que no toco batería. Ya no tengo tiempo, Con mis hijos hubo un tiempo en que jugué RockBand, pero ese juego apenas es un pálido reflejo del placer que sentía tocando en la banda con mis amigos. 

No añoro esas horas sólo en mi pieza, perillando, mezclando canciones, pero era entretenido y es un bonito recuerdo. No soy un nostálgico, pero quería recordar, recordar esas cosas, y recordar  a mi viejo. Su amor por la radio, su pasión, que a lo mejor lo llevó a la muerte.

But glittering prizes and endless compromises
Shatter the illusion of integrity

No sé si ustedes saben, pero esas luces rojas que están en lo alto de las antenas de radio, como faros parpadeando todas las noches. Bueno, esas luces también se  queman y hay que cambiarlas. Enormes focos, de cientos de watts, deben ser reemplazados  por alguien.

Una serie de desafortunados sucesos alejaron a mi padre de las consolas, y de los micrófonos. Lo alejaron a la fuerza, en realidad, porque él nunca habría querido alejarse de la radio. 

Terminó pasando por distintos trabajos en Codelco, oficinista, dibujante técnico, hasta que por fin un día pudo acercarse de nuevo a la radio, al ingresar al Departamento de Telecomunicaciones en Chuquicamata. Una de sus tareas era dar mantención a la radio.

For the words of the prophets were written on the studio wall
Concert hall
And echoes with the sounds of salesmen

Mi viejo era feliz cerca de la radio, y si había que cambiar el reflector de la antena, entonces lo hacía. La antena medía más de cien metros de altura. Había que escalarla, colgando del cinturón de seguridad, subiendo con la fuerza de piernas y manos. Toda la mañana se la pasaban subiendo esa estructura de hierro. Era una tarea tan dura y extenuante, que les daban el otro día libre y por supuesto se les pagaba extra por esa tarea. Recuerdo haberlo observado con un binocular subir la torre, y también como al otro día se quedaba en casa descansando agotado por la tarea, mientras yo tenía que ir al colegio.

Invisible airwaves crackle with life
Bright antennae bristle with the energy

Una vez acompañe a mi padre a reparar un transmisor de radio Calama. Ese día aprendí el inmenso poder de la radio frecuencia, mi padre me advirtió que no me acercara a cierta zona. Aunque no se veían, las ondas podían quemarme. Días más tarde llegó a casa con severas quemaduras, ondas de radio invisible lastimaron su piel.

No fue el primer accidente que tuvo, por estar arreglando una antena o haciendo algo cerca de su querida radio. Una vez tuvo una caída muy fea, que lo tuvo en cama varios días. Meses después le diagnosticaron cancer, tenía treinta y nueve años.

Emotional feedback on timeless wavelength
Bearing a gift beyond price, almost free

Yo no sé si las ondas de radio le causaron cancer, pero sí estuvo expuesto a fuertes fuentes de radiación electro magnética por su trabajo. Quizás fue el accidente, talvez algo genético. 

Mi viejo se fue cuando yo aún no cumplía los dieciocho. 

El nunca culparía a la radio de su enfermedad, yo no lo haré.

Me quedo con su espíritu, y el espíritu de la radio, ese espíritu que tenía en esa época, y que representaban personas como mi padre, ese espíritu al que le cantan  Alex, Geddy y por supuesto a Neil.

Autor

Ingeniero, autor, emprendedor y apasionado programador. Mantengo este blog desde 2005.

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